Paul Watson, fundador de Sea Shepherd, indicó que los balleneros, encabezados por el buque Nisshin Maru, pusieron fin a la temporada después de que el navío ecologista Bob Barker consiguió impedir sus actividades el pasado 5 de marzo.
"Japón no publicará las cifras de la matanza (de ballenas) hasta abril, pero mi opinión es que no obtendrán más del 50 por ciento y mi predicción es que se quedarán en el 30 por ciento (de su objetivo)", señaló Watson.
"La campaña ha sido un éxito. Hay cientos de ballenas que nadan libres en el Santuario del Océano del Sur que ahora estarían muertas si no hubiéramos estado ahí durante los últimos tres meses", aseveró el ecologista canadiense.
Watson apuntó que la campaña ha sido dura, tras la pérdida por avería de uno de los barcos de Sea Shepherd, pero que los dos restantes han podido acosar a los balleneros japoneses durante más de 27 mil kilómetros, dejándoles poco tiempo para cazar ballenas.
Advirtió de que si la flotilla japonesa vuelve a la campaña en la Antártida en diciembre de 2012, le estarán esperando cuatro navíos, dos helicópteros, cuatro avionetas no pilotadas y 120 voluntarios para boicotear la caza de los cetáceos.
En 2011, Japón suspendió dos meses antes de lo previsto la pesca de cetáceos en el Océano Antártico debido al acoso de Sea Shepherd, que en los últimos años ha llevado a cabo abordajes, lanzamiento de ácidos corrosivos o encadenamientos de sus activistas a los balleneros japoneses.
El país asiático abandonó la caza de ballenas en 1986 por una moratoria internacional, aunque la retomó en 1987 tras alegar motivos científicos y comenzó a efectuar expediciones a la Antártida en nombre del Instituto de Investigación de Cetáceos.
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